Anoche soñé con el Llantén. En el sueño, alguien o algo me decía que volviera a conectar con él, pues era la planta indicada para ayudarme a discernir lo nutritivo de lo que ya no lo era. Por la mañana, me preparo una taza antes de iniciar mi revisión de los últimos seis meses acompañada por seis plantas medicinales, una por cada ciclo. Organizo un pequeño altar para ritualizar las próximas dos o tres horas. Saco de la mesa todo aquello que tiene que ver con mi trabajo y en su lugar pongo las plantas vivas, secas o en tintura que me han acompañado durante las últimas seis lunas. Traigo mis piedras, el palosanto, las velas. El último lugar, pongo mis cuadernos, mi parte más preciada: mi memoria y mi identidad.
Es importante para mí hacer esto desde la percepción del tiempo sagrado y no del ordinario. Al ritualizar el espacio conecto con ese lugar que he habitado tantos días dentro de mí al preparar mi infusión, al tomarla a veces meditando, otras veces escribiendo, muchas otras haciendo cualquier cosa cotidiana como trabajar o estar con gente. Incluso aunque no sahumase mi espacio o meditase, dentro de mí se abría el espacio del significado. Tomar cada día la planta representaba mi compromiso conmigo misma y con mi camino interior.
Ritualizar también me permite cerrar la energía. Sentarme el tiempo que sea necesario ante el registro de mi proceso y observar su importancia, sin duda más amplia que la propia meta.
Me permite, por último, celebrar conmigo misma, con mis amigas las plantas y con mis compañeras de viaje. Recordar lo sanador que es siempre mirarse en el espejo de quienes recorren el camino contigo.
1. La grieta
El trabajo con la primera planta me permitió abrir una grieta en mi trabajo interior, por la que después pude ir accediendo a cosas mucho más profundas y que a solas no me habría atrevido a tocar. El sostén de la planta y del grupo habilitaron que la energía masculina aún inmadura se presentara para poder ver a través de qué creencias vive. Era energía del niño que está contento, corre y es el sol, pero que al mismo tiempo está profundamente inseguro y se pregunta si la planta lo quiere, si los animales lo quieren, si hay algo que pueda sostenerlo más allá de sí mismo. Durante esta etapa detecto en mí fuertes creencias asociadas con la culpa y el hacer. Puedo asociarlas a una herencia cultural que está a mi alrededor y me atraviesa, pero también conecto con la voluntad de transformarlas en creencias más gozosas, aunque todavía es más una idea que un hecho. Empiezo a soñar profusamente por las noches.
Algunos días siento mucha resistencia, no tanto a tomar la plantita como a conectarme con la Vida. Salto de una cosa a otra porque no quiero sentir, que es justo la medicina que esta primera planta tiene para ofrecerme. Muchos días me siento insuficiente y veo que mi estructura interna está en riesgo, porque yo me estoy moviendo más rápido de lo que puedo entender. Planeo cosas que después no haré porque eran deseos de la Marina que estoy dejando atrás. Pero tampoco sé qué quiero en su lugar y eso me trae una gran crisis. Siento que no puedo comprometerme con nada, que esa es mi naturaleza y que no hay nada que pueda hacer para solucionarlo.
Me ayudo de Resonance Repatterning para ir más profundo en mis creencias y mis sentimientos y descubro mucha falta de aprecio hacia mí misma y mi camino. El deber ser pega fuerte, decido poner por delante la palabra goce: ¿qué sucede cuando me muevo desde ahí?
Cancelo todo lo que ya he probado antes, lo que haría la Marina antigua, lo que hago por seguir encajando en la idea que yo misma y lxs demás tenemos de quien soy, y decido sentarme a observar cómo nace una forma nueva.
Conecto con la voluntad, pero también con la rabia que he tratado de aplacar durante años, y me doy cuenta de que es la misma energía pero de distinto polo (positivo-negativo). Aparece la necesidad de sanar mi palabra para no seguir desterrando esta energía tan valiosa de mí. Todavía me entusiasma la idea.
2. La rabia
¿En qué mujer vengo a convertirme?
Empieza a emerger esa rabia oculta y comprendo que el camino es dejarla salir para que su propio fuego pueda extinguirla. Me conecto con la raíz de tanto enojo, y aparecen la herida sexual. Reviso la historia del principio de mis veinte: menosprecio, alcohol, bronca, muchos chicos y mucha fiesta eran solo síntomas de algo que arraigaba mucho más profundo y que ya quiere ver la luz para poder sanar. Empiezo a rememorar relaciones y encuentros y me entristezco más y más. Me doy cuenta de que en mi viaje hacia una feminidad más consciente, mi sexualidad y mi ansiedad están profundamente vinculadas y necesito observarlas de la mano en lugar de separarlas como si nada tuvieran que ver.
Gracias a la planta me voy dando cuenta de que la mente no tiene todo el poder, porque al abrirme a su medicina noto cómo mi cuerpo me habla de forma cada vez más clara. Sentir me produce incertidumbre, no sé qué hacer con ello, literalmente, y eso me incomoda.
Alimento mi rabia con todo lo que se me presenta en la vida. Algo poderoso toma el control y mi sistema nervioso está cada vez más desregulado. Estómago, hígado, intestino, todo responde al estrés, somatizo el dolor emocional en dolor físico. Vuelvo a la respiración para encontrar mi centro y no perderme en arquetipos de víctima o de mártir. Algunas veces lo logro. Entiendo que tiene que ver con el tiempo que me doy para transitar las emociones. El trauma se anuncia aunque aún no puedo ver el fondo.
Diarrea: ¿qué estoy expulsando de mí?
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A mi niña interior empiezo a darle una protección que antes esperaba de mis padres. Trabajo con el arquetipo de la adolescente herida, origen de la rabia. Se siente hipervigilada e hiperalerta todo el tiempo. La caga bastante con la gente que quiere. Necesita ser perfecta porque no conoce otra opción.
Ausculto con mis manos los dolores hasta que ceden y hablan. Uno de ellos, mi dolor crónico de espalda. En una sesión de Resonance Repatterning viajamos al origen, cuando aún no había nacido, y se marcha.
Al meditar me doy cuenta de que mis deseos cambian mientras los observo.
3. El incendio
Me salen llagas en la boca. Estoy descendiendo al fondo de la herida y mi realidad se me muestra tal y como está mi mundo interno, con mucho conflicto y tensión en la comunicación. También siento mucha adrenalina, ganas de volver a fumar, caigo enferma a mitad de ciclo. Empiezo a cambiar la percepción de mis problemas y a preguntarme qué me dice de mí cada pelea y cómo puedo responsabilizarme de ello sin volver al lugar antiguo de «me callo para no herir / exploto y la lío parda».
Me encuentro con que mi estructura primordial también está ardiendo y empiezo a ver las ruinas. Pienso mucho en la desaparición de mi linaje familiar en mi cuerpo, en que soy el último eslabón, en que me ha tocado a mí ser la que busca, pregunta y da sentido a la historia de muchxs. Los secretos familiares y la desmemoria se vuelven temas de escritura recurrentes, empiezo a bordar y eso me conecta con las labores femeninas y su signficado.
Mucho dolor corporal: además de las llagas tengo gastritis, fiebre, sed constante, los pies calientes. Me cuido de tomar altas cantidades de la planta porque acelera el proceso.
Busco un silencio desde el que reconstruir mi estructura y mi visión.
Lo que doy es lo que recibo. Entiendo la resonancia porque vivo la resonancia.
4. La Maga
Inicia la reconstrucción. Tomo el arquetipo de la maga del Tarot como guía, le preparo un altar y llevo la carta conmigo. Una crisocolita llega a mí, amuleto para trabajar el quinto chakra, el de la comunicación, el vacío y la verdad interior. Me voy convenciendo de que soy yo quien debe amar su creación, y que puedo ofrendarla con alegría y entusiasmo sin sentir culpa «por ocupar espacio en el mundo».
El huerto que planté empieza a crecer. Conecto con la perfección del tiempo y de los ciclos de la naturaleza e integro esa información en mi día a día. Mi nueva rutina contempla el autocuidado y el descanso, y priorizo sostenerla por encima de otras cosas. Aprendo sobre límites, sobre todo me los pongo a mí misma, sin concesiones.
El mantra «El camino de mi corazón se muestra a mí» se vuelve completamente real. En esta etapa mis ancestrxs me sostienen y siento que gracias a la planta estoy reconstruyendo mi autoestima desde los mismos huesos. Viajo a la antigua caverna donde vive toda la memoria humana y asisto al inicio del primer soplo vital.
Al pensar en todo lo que no hago por miedo, me abrumo, porque es muchísimo. Mi sistema nervioso todavía no puede ni soñar muchas de las cosas que deseo para mi vida, no se ve capaz de sostener todo lo que anhelo.
Inicia un dolor nocturno en el estómago, que me despertará noche tras noche durante los próximos meses. Trabajo con las flores además de con la planta, para averiguar la razón. Finalmente me lo dirán los hongos poco más tarde.
Aprecio interno, reconozco mi camino como algo valioso primero para mí. Mis emociones se calman.
5. La forma emerge del caos
Al soltar el control en partes de mi vida que creía imposibles me asombro con lo que sucede. Buscaba una nueva forma y la veo emerger del caos. Me vinculo fuertemente con la culpa y con el tic de pedir perdón por hablar, hacer o incluso existir. Cuando me percato de esto, empiezo a ver que muchas mujeres hablamos así. Pienso en el brillo y en lo hermosa que me parece la vida cuando los dones no se esconden. En cómo el brillo de unas refleja el de las otras. Mucha confianza.
El lenguaje del inconsciente empieza a organizarse dentro de mí. Trabajo con mis sueños más que nunca y estos influyen en mi vigilia de una forma que me hace sentir expandida y en conexión con mi poderosa sombra. Me animo a crear con mucha libertad y me divierto. Trabajo con Resonance Repatterning el dolor de la escritura y sutil pero firmemente descubro que he superado algo que creía que me dolería para siempre. Dejo de procrastinar y me entrego a lo que me gusta hacer. Encuentro libertad cuando me doy cuenta de que en el universo sí hay un hueco para mí, que siempre estuvo, pero yo tenía miedo de habitarlo.
Experimento otro tipo de resonancia, ya no es la rabia y la ira, sino el goce y el agradecimiento porque me permito ser, decir, mostrar. Mi trabajo se convierte en un juego. La crisocolita, mi amuleto sanador, se cae y se quiebra.
6. La noche oscura de la transformación
La verdadera transformación se concreta, pero hace falta una noche oscura más para poder verla con claridad. Las heridas que se abrieron se profundizan con otras medicinas, los hongos y Resonance Repatterning. Sigo vinculándome con la planta pero en muy pequeñas dosis, consciente de lo que pide mi cuerpo y de que el vínculo existe más allá de la toma o el ritual.
Se abre el corazón porque ahí es donde reside la herida. La rabia era tristeza vieja y estancada, comprendo su lugar y de dónde proviene. Paso una semana en un estado de congelamiento permanente, me cuesta estar en el mundo, me despiertan mis propios sueños y siento pánico nocturno, hablo con mi interior y descubro que es en el sótano de mi psique donde me siento insegura. Hago mucho trabajo interno para encontrar el por qué, para transformar esa sensación en algo nuevo. No me atengo al relato pequeño —quién, cómo, por qué— sino al relato grande, a la responsabilidad que puedo tomar para con mi estado interior, como la gran creadora que soy y siempre seré. Me expongo en mi máxima vulnerabilidad ante otras personas y encuentro que mi relato chiquito tampoco es más importante que el relato grande de ser un espejo para la vulnerabilidad de lxs otrxs. Me incomoda pero acepto el desafío como parte de mi camino. Mi parte ariana, que este año ha estado cien por cien disponible, encuentra una nueva forma de canalizar su energía. Mucho fuego también puede servir para forjar lo nuevo.
Me comprometo con el camino que mi corazón me está mostrando. Me responsabilizo con entusiasmo renovado y tremenda fe. Cultivo la visión simbólica pues es quien me muestra con claridad mi lugar en la familia de las cosas.
Sueño lúcido por primera vez en mi vida. Después de una semana de insomnio y terror, puedo dormir. Se cumple la profecía que alguien me hizo años atrás acerca de la fecha y el movimiento interior que estoy experimentando en todos mis cuerpos.
Abro mis diarios y comienzo esta revisión. Doy gracias por el camino de conciencia profunda y comprometida que he vivido gran parte de este año de la mano de las plantas, quienes han sido mi ancla, junto con la escritura, para viajar tan profundo dentro de mí misma.
Hoy me siento confiada. En un vínculo aún tímido con mi sistema nervioso, pero estoy convencida de que he llegado hasta este punto por una buena razón. Cada día echo el ancla y siento, descubro un nuevo lenguaje dentro de mí misma, el del cuerpo en profundo vínculo con sus emociones. Todavía me cuesta entrar en algunos lugares y no le meto prisa al proceso. No se trata de solucionar nada, sino de vivir la vida, me digo a menudo, cuando me entran las ganas de tener todo resuelto. Entonces me relajo y me entrego al camino mismo.
Gracias a las plantas, aliadas de mi transformación interior como ser Marina en el mundo. Que muchas personas puedan beneficiarse de este vínculo primordial es uno de mis deseos.
Con amor,
m
PD. Este es un pequeño resumen de lo vivido durante aquellos seis meses. El otro 90% de la experiencia permanece en mis diarios y en mi memoria, elaborando significados íntimos que decantarán con el tiempo <3
Bellísimo
Que belleza leer todo esto. Gracias por compartirlo Marina.