La confesión de Junot Díaz
Qué tiene que ver el abuso sexual con la inteligencia artificial y por qué nos debería importar
No es cosa común que un hombre confiese haber sufrido abuso sexual durante su infancia, sin embargo, el abuso a ellos también les sucede, igual que nos ocurre (o nos ocurrirá) a las mujeres a lo largo de nuestras vidas. Lo que sí pasa con mayor frecuencia es que lxs artistas abordemos nuestras experiencias traumáticas a través de nuestras creaciones. Digan lo que digan lxs acérrimos defensores de que la ficción es solo eso —ficción— son nuestros sentimientos y nuestras vivencias, incluso aquellas que olvidamos sin darnos cuenta, las que empujan el deseo de que una obsesión o una emoción latente lleguen a ver la luz en forma de obra. Esto es lo que le pasó a Junot Díaz, escritor dominicano, quien ha tratado en varias de sus novelas el tema del abuso infantil y que hace algunos años escribió públicamente sobre su pasado en este ensayo del New Yorker.
Aunque la publicación de este texto abrió tremendas polémicas sobre si el propio Junot Díaz había pasado de ser una víctima a convertirse en victimario al agredir sexualmente a otras mujeres (de lo cual me parece interesante leer aquí algunas ideas relevantes del diálogo), al terminar de leer su ensayo lo que sentí fue una intensa conexión con su historia. Tengo la convicción profunda de que la mayoría, si no todas las mujeres, hemos vivido en algún grado abuso y acoso sexual durante nuestras infancias, adolescencias y adulteces. Muchos de estos acosos fueron tomados a risa por nuestrxs profesorxs, familias, etc, incluso muchas veces se nos llegó a culpar a nosotras por provocar un toqueteo de más o un «beso robado». Nunca olvidaré que antes de los 13 años, antes de haber dado siquiera un beso con lengua a un chico en toda mi vida, en mi pueblo ya era considerada una «puta», título que me gané a pulso de decir las cosas como me parecían e intentar defenderme. Pero después me silencié y entiendo por qué: para las mujeres, para algunos hombres, y ni qué decir de todas las diversidades, el acoso y el abuso se viven como un castigo que confirma lo que siempre sospechamos: que no somos lo suficientemente buenxs, que nos merecemos que nos lastimen.
Cuando leí el ensayo de Díaz (vía
) me quedé pensando durante varios días en la manera en la que adentrarnos en las narrativas que sostienen nuestras vidas como los hilos tejidos de un telar puede ayudarnos a sobrevivir a estas historias. En concreto, me parecía que Díaz había logrado unir dos historias que muchas de nosotras también hemos vivido y que no solemos conectar de forma tan sencilla. Una es el abuso y el acoso, con todas las pequeñas ramificaciones que esto implica, desde el toqueteo en el colegio hasta el polvo por compasión, desde los chicos del colegio agarrándote para que otro te besara, la bajada de pantalones, el acorralamiento, el restregón en el metro y tantas más. La otra, es la historia de nuestros excesos y de nuestra evasión: cuéntenme, amigas, a cuántas de nosotras nos pesa hoy la relación que tuvimos o seguimos teniendo con el alcohol, las drogas, el sexo, la comida, el drama, las redes sociales (y cualquier otra conducta que sentimos incontrolable en nuestras vidas). Junot Díaz habla de su malportarse en el texto. Reconoce la mierda que fue. Los cuernos que le plantó a su mujer una vez tras otra. El sexo absurdo. Los abusos de drogas y de alcohol. A mí él no me da pena. Tengo una historia parecida, con sus propias particularidades. Y también yo fui la shit que abusó de otres, que engañó, que se tomó una última copa para cometer el error sin latigarse. Hasta la mañana siguiente.Hay una necesidad pendiente de que empecemos a decir las cosas que nos pasaron, no solo para elaborar el relato colectivo sobre el trauma que tanto nos falta, sino para que escuchando la voz del otre podamos reconocer los hilos que unen unas historias con otras en nuestra propia vida. La ansiedad con las adicciones, la frustración con el abuso, la falta de deseo con la invasión, y tantos etcéteras particulares.
Y aquí me permito hacernos notar algo más: la tecnología no está de nuestro lado. Nos hablo a nosotras, las que nos emocionamos con los cambios y ahora estamos preocupadas por el futuro y su dirección. Mientras leía el texto de Junot Díaz me pasó algo curioso y que al mismo tiempo da cuenta de un peligro presente: el traductor de google automáticamente tradujo su ensayo como si quien estuviera hablando fuera una mujer, aunque hay referencias explícitas a su anatomía masculina en el texto, entre otras cosas. Os invito a hacerlo, a ver si os sucede lo mismo.
Si la inteligencia artificial está aprendiendo a pensar, actuar, incluso a sentir, del mundo en el que hoy vivimos, debemos saber que podría convertirse en nuestra enemiga muy pronto, no solo de las mujeres, sino de la Vida, en general. Hagamos recuento de lo que le estamos enseñando: cuánta violencia, cuánto dolor, cuánta enfermedad, cuánto abuso, cuánto expolio. Preguntémonos de cuán pocos poderosos está aprendiendo la inteligencia artificial a comportarse, con cuán poco pensamiento crítico, y aún menos, empatía, y sabremos de qué pasta estamos haciendo al monstruo.
No dejaré de preguntarme qué algoritmo concreto, cuando lee la palabra «rape» (violación), lo asocia automáticamente, a una voz de mujer. Pero sin duda, ese algoritmo me asusta.
Me llamo Marina y soy humana. Escribo sobre crear una Vida significativa y preciosa a través del contacto con los lenguajes simbólicos, las plantas, los sueños y sobre todo la escritura. Esto que estás leyendo es mi autobiografía interior en construcción. Soy autora de varios libros, el más reciente, Estudio de aves en vuelo. Puedes ver mis cursos de autoconocimiento y escritura para hacer alma en esta página.
Gracias por este texto y abrir esta puerta tan grande a la reflexión pero también al recuerdo y a cómo todo siempre se entrelaza con las heridas.
Una reflexión interesantísima, Marina. Trabajé muchos años en abuso sexual infantil y siento que tu texto es mucho más necesario de lo que la gente imagina. Estoy contigo, además, en que la IA abre una nueva capa en todo esto: nos viene una etapa en la que vamos a tener que tener los ojos muy abiertos. La IA es sexista porque el mundo lo es: ¿qué va a ocurrir si se sigue retroalimentando al ritmo al que lo va a hacer?. Abrazo :)