La urgente tarea de hacer alma
Iniciarse en el camino interior con Clarissa Pinkola Estés
Hay un libro que siempre tengo a mano y que nunca he terminado de leer. Se trata de Mujeres que corren con los lobos, de Clarissa Pinkola Estés. Si alguna vez lo has abierto, quizá te haya parecido una Biblia, en el mal sentido: la letra es minúscula y tiene casi 600 páginas. No es un libro de bolsillo ni una lectura ligera. Sin embargo, sí es una fuente de enorme conocimiento sobre la vida psíquica de las mujeres, algo que nos reúne aquí a todas nosotras: deseamos hacer alma, esa urgente tarea. Hay personas, como Clarissa, que tomaron el camino interior y volvieron para contarlo. Un poco como el viaje del héroe, pero en femenino.
Si hablo de ella en este primer capítulo del libro infinito que voy escribiendo junto con vosotras es porque el nombre de este espacio se lo debo a ella. Me importa mucho honrar a mis maestras, aquellas personas de quienes he podido aprender algo valioso para construir una vida más significativa. Clarissa es una de ellas. Cada cierto tiempo vuelvo a comenzar su gran obra como si fuera la primera vez. Siento que sus mensajes son polisémicos: no nos dirá hoy lo mismo que nos dirá mañana, porque aunque el texto sea el mismo nosotras hemos cambiado. En una de esas veces, me encontré con este fragmento:
«Toda mujer tiene potencialmente acceso al Río bajo el Río. Llega allí a través de la meditación profunda, la danza, la escritura, la pintura, la oración, el canto, el estudio, la imaginación activa o cualquier otra actividad que exija una intensa alteración de la conciencia. Una mujer llega a este mundo entre mundos a través del anhelo y la búsqueda de algo que entrevé por el rabillo del ojo. Llega por medio de actos profundamente creativos, a través de la soledad deliberada o del cultivo de cualquiera de las artes. Y, a pesar de todas esas actividades tan bien practicadas, buena parte de lo que ocurre en este mundo inefable sigue envuelta en el misterio, pues rompe todas las leyes físicas y racionales que conocemos.»
En el momento en que recibí estas palabras, estaba en un momento de mucha creatividad. Quería fundar una profesión que valiera la pena practicar todos los días y el mensaje de Clarissa me inspiraba. De alguna manera, ella me ayudó. Las palabras tienen ese poder poco reconocido: cambian nuestras vidas, pero en serio. No es solo una metáfora inspiracional. Todo llega con el tiempo, porque las palabras germinan. Dejé el proyecto del Río bajo el Río en suspenso durante varios años, hasta que por fin, ahora, se vuelve real.
La vida del alma es nuestra tarea urgente. Todas sabemos lo que hay ahí fuera: vivimos en el mito del progreso y el triunfo, el horizonte general es «llegar a ser alguien» en el mundo exterior, a menudo en contra de los deseos más profundos de nuestro ser. Tampoco somos inocentes, necesitamos un trabajo que nos sostenga, y relaciones en las que se nos considere importantes, pero me pregunto: ¿cuál es el costo de una sociedad que solo valora lo externo? ¿Cuál es el límite de nuestros anhelos de grandeza, de omnipotencia? Y más importante aún: ¿qué dejamos atrás?
Me encantaría tener certezas que ofreceros al respecto, pero me temo que solo tengo semillas íntimas que, al ir sembrándose en nuestras vidas, empiezan a provocar pequeños cambios de perspectiva. Lo que sí haré es seguir profundizando en el tema y abrir el espacio de conversación para que podamos hacer crecer este conocimiento encarnado entre todas. Por eso, aquí va una introducción sobre lo que quiero ir desarrollando poco a poco en este espacio junto a vosotras.
¿De qué vamos a hablar hoy?
1. Alma, esa vieja palabra
2. El lenguaje del síntoma
3. Nuestra gran obra: Hacer alma
4. Alegría y significado: Invitación a la práctica
Alma, esa vieja palabra
En todas las culturas se ha planteado alguna vez la pregunta de qué es lo que anima a los seres vivientes. En la Antigua Grecia primero, y en las religiones judeocristianas después, se describieron algunas de las características en las que seguimos creyendo como ciertas: el alma es el principio inmortal de la vida y vive en el cuerpo físico, según Platón, su cárcel particular. Otras culturas han complejizado la cuestión: para los egipcios, el alma tenía cinco elementos básicos; para los budistas podríamos decir que el alma se parece mucho a eso que denominan «continuo mental», aunque la finalidad de la vida no es conectar con ella, sino contemplar su vacío.
Hasta el momento no hemos llegado a una definición que nos satisfaga a todxs por igual, pero creo que no importa. Todas nosotras sabemos lo que es el alma porque podemos experimentarla en el cuerpo. Es el principio de vida primordial. Nos da aliento. Anima nuestro cuerpo físico. Sentimos y percibimos a través del alma. Podemos reconocer perfectamente cuando algo —una persona, una obra de arte, la naturaleza misma— está poseída por ella porque la presencia del alma nos inunda.
Entonces, más que definir el alma, podríamos convenir con el padre de la psicología arquetipalista, James Hillman, que el alma es un punto de vista. Nos relacionamos con el mundo que nos rodea desde una perspectiva con alma o sin alma, y esto tiene que ver con la manera en la que nuestra capacidad imaginativa, reflexiva, especulativa y fantasiosa le da sentido a los acontecimientos. Es decir, el alma —o lo que es lo mismo: la psique— toma la realidad como símbolo y eso le permite transformarse a lo largo del tiempo. Lo que nos sucede (sueños, fantasías, sincronías y demás material inconsciente incluido), al ser interpretado como un símbolo, permite que nuestra psique vaya integrando fragmentos perdidos, o, lo que es lo mismo, que nuestro camino de individuación siga adelante. Ya sé, suena complejo. Pero es tan sencillo como ser conscientes de que todo lo que nos sucede por dentro y por fuera tiene un significado psíquico. Y vivir a su favor.
La psicología, etimológicamente, es el estudio del alma. Nuestra vida interior está hecha de alma, por eso me parece importante decir que una vida rica en símbolos e imágenes, una vida creativa, es la representación de un alma alegre. Si le doy tanta importancia y espacio a este problema es porque corremos el grave riesgo de convertirnos en zombies: desalmados. Nuestra vida interior se está empobreciendo y vaciándose de imágenes por causas que conocemos de sobra: estamos saturadas de información superficial, que no despierta nada en nuestro interior, que nos abruma. Nuestra capacidad imaginativa y reflexiva está agotada. La naturaleza, lejos. Los vínculos, cada vez más aislados. Etcétera.
Como estudiante de la psicología de las profundidades (haré una acotación breve: la psicología junguiana es una rama dentro de la psicología profunda, pero no la única ni la última), siento que todavía no está todo dicho acerca de cómo vivir con alma. Ya sabemos que la religión y la psicología por igual han sido áreas del saber profundamente tocadas por el pensamiento patriarcal y judeocristiano, del cual nace la concepción de que cuerpo y alma son entidades separadas. Por esta razón me gusta leer a las analistas mujeres, quienes desde el comienzo de sus investigaciones empíricas descubrieron que no existe tal división. En eso estoy de acuerdo: el cuerpo no puede ser la cárcel del alma, como decía Platón, sino su casa. Su vehículo. Su canal de autoexpresión. Después explicaré por qué.
Vuelvo a Clarissa buscando inspirarme. Para ella —también para mí— existe una naturaleza instintiva en la psique de todas las mujeres (de todas las personas) a la que llama la Mujer Salvaje. Ella es la representación del alma femenina, la misma fuerza vital que anima la vida de todxs lxs artistas, pues «la tarea de la invención (…) es la principal ocupación de la naturaleza instintiva». De nada sirve tratar de hacer esquemas conceptuales sobre si la naturaleza instintiva es la psique y la psique es la Mujer Salvaje y ésta es a su vez el alma: son divisiones que cortan con cuchillo el amplio cuerpo del misterio de la vida interior. Quedémonos entonces con lo que ella dice:
«Es la fuerza Vida/ Muerte/ Vida, es la incubadora. Es la intuición, la visionaria, la que sabe escuchar, es el corazón leal. Anima a los seres humanos a ser multilingües; a hablar con fluidez los idiomas de los sueños, la pasión y la poesía (…). Y ello hace que las mujeres ansíen encontrarla, liberarla y amarla.»
Nos preguntamos: pero, ¿y cómo?
El lenguaje del síntoma
Pondré un ejemplo personal. Cuando comencé mi proceso de análisis hace algo más de un año, tenía un dolor permanente en el estómago. Pasaba gran parte de mis días masajeándolo, respirando a conciencia para distender la tensión que sentía en él, haciéndome exámenes médicos, pero más allá de lo meramente fisiológico, sentía que había un nudo por dentro. Una vez, meditando con una planta llamada Oshá, empecé a tener arcadas. Sentía, de hecho, náuseas a menudo. En otra ocasión posterior, saqué mi cojín de meditación, apagué el teléfono, cerré la puerta, me relajé por completo y traté de visualizar la imagen que había tras el síntoma. Fue una de las imaginaciones activas (si queréis, otro día puedo explicar más sobre esta técnica) más impresionantes que he vivido. Lo primero que llegó a mí fue la imagen de una mujer cadavérica, en los huesos. Sabía que era yo, pero parecía que estaba a punto de morir. Trataba de ayudarla, pero me informaba de que no había nada que hacer. Después moría y veía cómo era quemada en una pira funeraria como las que se celebran a orillas del Ganges. Seguí indagando en el dolor y llegó otra imagen más. Era una caja de hojalata, como las que tienen las abuelas llenas de agujas e hilo, galletas o fotografías. De ella salían miles de muñequitos de papel a toda velocidad; era abrumador. Por último, una foto de mis padres donde yo era solo una niña. El ejercicio interior terminó ahí.
Al amplificar los posibles significados de estas imágenes en las sesiones de análisis, pude averiguar dos cosas acerca de mi síntoma: uno, la imagen cadavérica estaba representando la vida de mi alma. En ese momento todavía no me daba cuenta de lo extenuada que estaba, trabajando a un ritmo que no era realmente el mío. La segunda, mi estómago expresaba una indigestión de experiencias vividas en el pasado. La velocidad de las imágenes me hacía pensar en la rapidez con la que había vivido. Parecía remontarse muy atrás, hasta la infancia. Ambas imágenes han sido la guía de 13 meses de trabajo analítico, un mapa psíquico que me guiaba por el camino a seguir.
A mí me dolía el estómago, tenía ansiedad, estaba cansada, preocupada, iba demasiado rápido. Mi vida creativa estaba indiferenciada, demasiado dedicada a «ser alguien», pero muy poco a cerrar los postigos y las puertas y darle al alma un poco de nutrición silenciosa y secreta. Pero estos síntomas no son reflejo de nada en especial: era la forma en que mi psique expresaba su descontento, su desalineación. Otras personas experimentan el lenguaje de su alma de diferente manera. Clarissa nos explica algunos síntoma comunes: «sentirse extremadamente seca, fatigada, frágil, deprimida, confusa, amordazada, abolazada, apática hasta el extremo. Sentirse asustada, lisiada o débil, falta de inspiración, animación, espiritualidad o significado, avergonzada, crónicamente irritada, voluble, atascada, carente de creatividad, comprimida, enloquecida.». Dice muchos más, entre los que destaco sentirse crónicamente dubitativa, creativamente bloqueada, insegura e incapaz de seguir un ritmo propio. No me cabe duda de que alguna de estas palabras te toca de cerca a ti también.
El alma se expresa a través del cuerpo, o lo que es lo mismo: la psique inconsciente se expresa a través del cuerpo, por eso su lenguaje es tan importante. Críptico como pocos, enigmático, no tenemos un diccionario que nos diga qué significa un dolor aquí o un temblor allá. Para averiguarlo, solo tenemos las imágenes, que son el lenguaje del alma. Para conectar con ese lenguaje, debemos tender un puente al inconsciente y entregarnos a la tarea de «hacer alma».
La vida en un segundo / muestra el alma y se abre. Camila Moreno
Nuestra gran obra: Hacer alma
Según la psicología junguiana, la gran obra de nuestra vida es alcanzar la individuación. Empezaré diciendo que esto es de por sí imposible, pero no lo veo como una trampa que Jung nos impuso, sino como un horizonte para ayudarnos a caminar nuestra vida. La individuación (también podemos explorar más sobre esto en otra ocasión) es el proceso por el cuál llegamos a ser nosotras mismas. ¿Esto significa que alcanzaremos la perfección? Pues no, queridas. Significa que vamos en busca de la totalidad, que no es ni mucho menos perfecta, pues se trata de traer nuestras partes en sombra a la consciencia y vivir de acuerdo al ser integral que devenga de ello. Si este proceso es imposible de alcanzar se debe a que el inconsciente, tanto el personal como el colectivo, son inabarcables, por tanto el material que podemos traer a la conciencia también lo es. Todas las personas moriremos antes de completar ese proceso, pero vale la pena recorrer el camino. Lo que hay del otro lado es la autenticidad, o dicho de otro modo, vivir en coherencia con nuestra verdad interior, que nos es desconocida hasta que iniciamos el largo y farragoso (y precioso) camino de las profundidades.
Entonces, ¿cuáles son las formas de hacer alma?
Formas de hacer alma son todas aquellas que nos pongan en contacto con nuestro mundo inconsciente. Eso es el Río bajo el Río del que habla Clarissa Pinkola Estés: el lugar donde se producen las imágenes que después traemos a la vida a través de cualquier gesto creativo. La escritura, la pintura, la danza, la cocina, la contemplación, la intimidad del vínculo son todas actividades creativas en sí mismas. No necesitan de un resultado visibles para serlo. Vestirse por las mañanas es una actividad creativa. Por encima de todas, está nuestra capacidad de soñar, donde ese «alguien» que produce los sueños inventa relatos psíquicos cada noche, relatos que son instructivos para hacer alma durante la vigilia. Al tender puentes con nuestro mundo interior, las imágenes naturalmente afloran. ¡Cómo no lo harían! Un alma empobrecida no es aquella que no tiene imágenes, sino aquella que no les presta la suficiente atención y desconfía de su poder
Creamos, en suma, por varias razones, pero una de las más importantes es volver consciente lo inconsciente. De hecho, no estoy segura de que sea posible crear sin que esto suceda de forma involuntaria. Lo sabemos porque cuando leemos un libro, escuchamos una canción o miramos una pintura profundamente, nuestra alma aletea. Se siente vista, hablada en su mismo lenguaje. Convocada al encuentro.
Para terminar, dice Clarissa que conectar con nuestra naturaleza instintiva —llámala alma femenina, psique, Mujer Salvaje— «es absolutamente esencial para la salud mental y espiritual de las mujeres.» Yo diría que para todas las personas. Y, en especial, para que el mundo siga siendo un lugar habitable en el futuro.
Alegría y significado: Invitación a la práctica
Personalmente, sé que mi alma está presente cuando en las acciones del día a día experimento dos sensaciones: una es la alegría y otra el significado. Cuando digo alegría, hablo de plenitud, de dicha interior, no de euforia; con significado me refiero a que eso que estás haciendo alimenta tu búsqueda personal de sentido.
Para esta práctica quiero proponerte que estés atenta a cuáles son esos gestos cotidianos que tienen alma en tu vida. Puede que tus sensaciones sean diferentes. Pondré un ejemplo: yo experimento alegría y significado en el encuentro amable con otras personas. Me fascina la amabilidad. La disfruto. Toco lo sagrado de la existencia. Mi alma revive. Me lleno de contento. También me pasa esto cuando escribo, pero no todo el tiempo, solo cuando he pasado esos primeros 45 minutos de esfuerzo y bloqueo, y por fin puedo entrar en un estado en el que las palabras nacen solas. Supongo que he bajado las barreras y permitido, así, que el alma aflore.
¿Cuáles son tus momentos con alma?
Me encantaría que te des el tiempo para explorar esto en tu cotidianidad y a medida que los vas descubriendo dejes registro de ellos. Será un placer leerte en los comentarios y compartir perspectivas sobre el alma encarnada.
Para compartir en comentarios:
¿Qué momentos de tu vida te hacen sentir con alma? ¿Cuáles no?
¿Qué sensaciones físicas se te despiertan cuando sientes la presencia del alma?
¿Has tenido alguna revelación sobre un síntoma a través de una imagen personal? ¿Cómo lograste hacerlo?
¿Sobre qué te gustaría que profundizara en próximos ensayos?
Estos ensayos están vivos porque los escribo para vosotras y con vosotras. Por eso, me encantaría saber qué temáticas os interesan o qué preguntas sobre autoconocimiento, escritura, psicología junguiana, lenguajes simbólicos o mundo interior os gustaría que respondiera en próximos ensayos. Puedes dejar tu pregunta aquí:
Me llamo Marina y soy humana. Escribo sobre crear una Vida significativa y preciosa a través del contacto con los lenguajes simbólicos, las plantas, los sueños y sobre todo la escritura. Esto que estás leyendo es mi autobiografía interior en construcción. Soy autora de varios libros, el más reciente, Estudio de aves en vuelo. Puedes ver mis cursos de autoconocimiento y escritura para hacer alma en esta página.
Gracias por este espacio y darnos pinceladas para conocer y poder reconectar con el alma, andamos como pollo sin cabeza, este sistema nos hace sentirnos como una centrifugadora y cada vez más desconectado ya no solo de uno mismo sino de los demás.
Yo ya le he escrito a mi psicóloga jeje para encaminarme desde ahí conectar con el alma, por qué todo esos síntomas que listabas atascada, falta de creatividad, dubitativa, confusa e incapaz de seguir un ritmo propio, y esa obsesión de ser alguien pero que a la vez te abruma y te desconecta me resuenan muchísima y está a la orden del día, ya casi normalizados estos malestares que nos enferma y nos culpabiliza, un bucle que nos saca de nuestra esencia y el saber estar. Andamos desbordados con un batiburrillo de cosas que el tiempo parece que se nos escapa. No sé es todo un camino como tú dices enfarragoso pero muy necesario.
Todo esa parte de imaginaciones activas, lo simbólico, me parece muy buenas herramientas para bucear. En mis sesiones las hemos utilizado y salen imágenes pero no entiendo todavía el lenguaje del alma, pero gustaría indagar y conocer. Gracias por traer estás ideas y compartir en esta inspiradora sesión "rio bajo el río".😍🤗