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Notas de voz
Solo un cuenco vacío puede llenarse
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Solo un cuenco vacío puede llenarse

Un poema de Nicole Delgado que sigue desprendiendo capas y más capas, como pétalos

Hace unos días compartí en mi Instagram un poema de Nicole Delgado que me fue muy significativo hace varios años. Lo descubrí viajando por Sudamérica en un libro digital del que apenas recuerdo otra cosa. Pero ese poema sí. Lo copié a mano en un folio y lo llevé entre mis papeles, cómo atesorándolo, durante el año de viaje que todavía tenía por delante. Lo leía a veces. Como pasa con las canciones, cuando un poema te habla, hay que quedarse en él el tiempo suficiente para que la primera capa de sentido se desprenda y aparezca la siguiente, y otra, y otra más, cómo pétalos. Yo era una viajera en mis veinte y mi vida se parecía a la del poema. Mi cuenco estaba siempre lleno. Tanta gente pasó dejando su huella, su historia, en él. Me interesaba soberanamente el deseo como bandera de identidad, era el principal objeto de estudio de mi autoetnografía. Yo era porque el otre era, y en cada persona descubría algo nuevo de mí que me asombraba. Pero ese algo también se extinguía si esa persona se terminaba marchando. Fundé toda una teoría del yo como algo poroso y flexible. Camaleónico. Dependiente de otras memorias y cuerpos para existir en plenitud.

Flower arrangement” de Dorothea Lange

Vuelvo a este poema con casi diez años de distancia. Por el día de la poesía me puse a pensar en qué poemas han sido pilares literarios de mi existir fluido. Hay pocos: tres, cuatro, que puedo recitar, a pesar de mi pésima memoria para recordar literalmente nada. Gonzalo Rojas y su sol semilla, ese poema desconocido que he copiado muchas veces que habla sobre las torres del Cacao y un aborto, Ashe Vernon y su leche derramada, Nicole Delgado.

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Busqué en Google este poema y la primera página que salió fue mi antiguo blog. Pinché: oops, error found. Ese blog ya no existe pero todavía se puede seguir su rastro. Entre mis papeles digitales lo volví a encontrar. Y al leerlo entendí algo de quién ya he dejado de ser y de sus porqués. “Por eso dejé de buscar el azar / que me lleve a encontrarme por azar con mi vecino, aunque preparar el desayuno y me regalara flores”. Mi piel de albergue, como dice el poema, se cerró hace tiempo, incluso antes de que mi compañero actual apareciera en mi horizonte. Aquellos versos me hablaban de la posibilidad de parar de vincularme desde el exceso. De conocer besar salir coger mensajear llamar gritar llorar en loop. Cerré mi cántaro y con el tiempo se ha ido llenando de entendimiento.

Me apetecía compartir el poema de nuevo. Es un altar a una parte de mi vida que honro profundamente. Siempre he pensado que la Marina de los veinte fue mucho más valiente de la que soy ahora, más atrevida, más confiada, y todo ese Amor que se empeñó en vivir, cuerpo a cuerpo, nunca fue en vano.

Ojalá lo disfrutéis y os traiga algo también a vosotras.

Con amor,

m

Imagen de Karl Blossfeldt

LECCIONES CHINAS

dice el tao:

sólo un cuenco vacío puede llenarse

por eso

no volví a visitar

al hombre rubio que vive junto al río

aunque juntara leña y preparase sopa

y me abrazara de noche en otro idioma

por eso dejé de buscar el azar

que me llevara a encontrarme por azar

con mi vecino

aunque tuviera el pelo largo, un perro

y me regalara flores

por eso ya no sonreí a los músicos, los artesanos

aunque el pueblo se llenara de viajeros hermosos cada jueves

y la noche estuviera abierta y alguno de ellos

quisiera después cocinar el desayuno

por eso no volví a levantar vagabundos en la calle

hombres-luz con los ojos

heridos de viento y los zapatos rotos

hombres que dibujaban transeúntes en una libretita

hombres vagabundos empuñando una gubia

silbando hojas muertas en el parque central

hombres vagabundos que me sedujeron tanto

por eso quemé mis diarios

y destruí el deseo inconcluso

que me ataba a los hombres que no me hicieron caso

ellos también ocupaban demasiado aire dentro de mí

por eso dejé de atragantarme de culpa o desamparo

y dejé que se fueran por fin

los hombres que hace tiempo se habían ido

su fantasma con eco

su cola de cometa muerto

su viejísimo reclamo fermentado

ya no quise

ya no pude

piel de albergue

corazón de alcohólicos anónimos

filántropa aventando carne a los perros con sarna

cerré por remodelación el cántaro

los eché (dificultosamente) a todos de mi casa

crucé mis piernas transitadas

en forma de loto marchito

escuché por fin mi vulva silenciosa

reconstruí mis dientes y dormí

toda la noche

sólo entonces

mi cuerpo vacío

fue bello

nuevamente

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